Agustín creció con la idea de que su vida siempre tendría una tendencia natural a empeorar... Su padre Jorge, severo militar de carrera y alcohólico socializado, falleció cuando él tenía apenas 10 años; víctima de un accidente de tránsito, mientras conducía su flamante Ford Fairlane en estado de embriaguez. Su madre, Hada, lo crió... como se le dio la gana. Mas ocupada en ir de compras por los negocios de moda, que en la formación y el cuidado de su hijo, por momentos lo sobreprotegía, y -en algunos ratos libres- lo acosaba subestimándolo y haciéndole creer que era un "aborto de la naturaleza"... No obstante, por esas milagrosas cosas del destino, Agustín alcanzó a tener excelentes calificaciones escolares y -a fuerza de voluntad- logó destacarse en la Facultad de Ciencias Económicas, donde se recibió de Contador, poco después de que su madre falleciera -según cree Agustín- por el disgusto que se agarró cuando se enteró que la novia de su hijo, era judia. Con un poco menos de lastre familiar, y tampoco, sin novia, las ideas derrotistas de Agustín comenzaron a cambiar, cuando a mediados de los años 90 sus dotes de asesor financiero le redituaron ganancias inimaginables. Muy pronto comenzó a amasar una considerable fortuna y a vivir sus 40 años al mejor estilo "bom vivant"... Pero, una noche, cansado de su vida de excesos y placeres, se da cuenta de todo su vacío, y decide quitarse la vida... Hasta que se le aparece un hada... su madre, Hada... a quién reconoció inmediatamente, tras confirmar la teoría, sobre su propia vida...
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